Es carnaval y las calles rebosan de alegría, música y color. Un año más la gente de Canarias toma la calle y la hace suya para celebrar la fiesta de las "carnestolendas" y disparatarse hasta perder el sentido.
Hace unas semanas un señor mayor me decía sabiamente que en esta época de crisis que estamos viviendo y que algunos aún no se atreven a aceptar, hacen falta más películas que nos hagan reír y pasar un buen rato. No le faltaba razón al señor y tampoco le falta razón a todos los que ejercen su lícito derecho a la "juerga" buscando eludir la cruda realidad diaria de un país al que no lo reconoce ni la madre que lo parió, cómo bien decía Kike Maillo,al recibir su flamante Goya a la mejor dirección Novel por "Eva". Un país en el que incluso ya se hacen películas sobre robots que obtienen premios, decía irónicamente.
No todo está perdido.
Tomando prestada esa concepción robótica en la acatamos lo que nos mandan unos amos que nos programa previamente, el doming 19 de febrero, por la mañana, día de resaca carnavalera, los sindicatos de este país habían convocado una manifestación en contra de la reforma laboral que a base de decretazo, aprobó el gobierno presidido por Mariano Rajoy. La marioneta cuyos hilos maneja la llamada "Troika", formada la la U.E, El FMI y el Banco Central Europeo.
Sinceramente no esperaba mucho de los sindicatos, venidos a menos en los últimos tiempos. En su día no hicieron nada para evitar el decretazo de esta reforma, y una vez publicada en el BOE, es cuando se han activado para movilizar a la calle. Tarde, como siempre. Aunque en este caso mejor que sea tarde que nunca.
Sin embargo mi conciencia como ciudadano, parado y solidario con la clase trabajadora de este país, hizo que saliera a la calle y no precisamente disfrazado, sino ataviado con mis ideales intactos para manifestarme en contra de una reforma que creo, nos retrotae a épocas pasadas, por mucho que el señor Rajoy se empeñe en su afán propagandístico, de afirmar que se trata de una reforma "Justa" ", Necesaria" y acorde a la legislación existente en los demás países europeos. Países que sujetan por la correa al perrito fiel de Mariano y comandados por la dicotomía económica que imponen Merkel y Sarkozy.
Un Mariano incapaz, por cierto, de hacer un discurso sin leer el fajo de folios que le preparan sus asesores en cada mitin o intervención pública. Inútil para plantear sus propias convicciones sin meter la pata hasta el fondo con discursos vacíos de contenido No hay que ser muy fan de Maquiavelo para darse cuenta. Un nuevo "fantoche" político marcado por la ferrea disciplina de su partido bajo la sombra y batuta del Fhürer Josemari, que ahora farda de moderno, una vez se ha afeitado su peculiar bigote hitleriano.
Sinceramente no esperaba que asistiera mucha gente a la manifestación. Con los carnavales por medio y un domingo, fiesta de guardar, en un mes de febrero muy frío, poco hacía presagiar una respuesta masiva en la calle. Y así fue. Cerca de 5000 personas, según mis cálculos, se reunieron en Tenerife para secundar la movilización. 500 mil en Madrid otras tantas en Barcelona. Para algunos pueden ser much os, bastantes o suficientes. En mi opinión, una representación escasa de la sociedad.
En Tenerife observé muy poca gente de a pie ( no sindicalistas) y lo que es peor: muy pocos jóvenes. Les eché de menos, al igual que a muchas caras visibles de ese 15-M utópico que se ha desvanecido ahora cuando más se le necesita. Lo que hace plantearme seriamente, cuál fue realmente su finalidad por aquel entonces ante las elecciones municipales y autonómicas y quién era la mano que mecía su cuna. A veces estos movimientos son cuestión de modas, más que de otra cosa.
Mi reflexión tras comprobar todo esto es que seguimos anclados, que lo del 15-M fue un espejismo, que a las nuevas generaciones se las sopla si tendrán un futuro o no y que seguimos abocados a la propia destrucción de nuestro "estado del bienestar".
Este domingo la gente hablaba de la fiesta de la noche anterior, de sus conquistas amorosas de una noche, o del disfraz con el que habían triunfado en los quioscos carnavaleros. Todos ellos ajenos a ese otro carnaval. El carnaval de la supresión de los derechos fundamentales a base de sentencias y decretos. Involucionamos hacía una sociedad precaria y subdesarrollada.
Sí, tenemos derechos a reírnos, a evadirnos de esta crisis por un momento. Yo también lo hago. Pero esa no es la solución a largo plazo. Si seguimos sometidos seguiremos aceptando lo que hemos sido después de la transcición : unos conformistas.
Sin embargo la primavera estalló en Valencia. Quizás cuando muchos pensaban que "no estamos tan mal" , que es lo que piensan o tratan de pensar y creerse los cínicos e hipócritas derechistas y demás secuaces del poder, que son capaces de defender la actuación de la policia en Valencia suministrando jarabe de palo a los jóvenes estudiantes que se manifestaban por los recortes en educación y mostrando toda su maquinaria propagandística voceando que esos jóvenes son "radicales antisistema". El mismo discurso repetido que ya cansa.
¿Quiénes son los radicales? los que a base de violencia callan a los que alzan sus libros en forma de protesta? o la figura de un jefe de policia que llama enemigos a esos ciudadanos que se manifiestan libremente. Luego el señor Rajoy avisa que esa no es la imagen de España. Que le jefe del estado se preocupe más por la imagen que estos conflictos generan fuera de España es como aquellas madres que reprenden a sus niños por aquello del "qué dirán" una evidencia de la clase de tipo que tenemos al frente del gobierno.
La sociedad y la vida evoluciona, conformarnos es morir. Exigir un trato digno para todos en igualdad es lo propio de una país que observa como un gilipollas, que las leyes, los jueces, los banqueros, los mercados y los los políticos corruptos nos mean en nuestras propias caras mientras nosotros en lugar de tirar de la sisterna, saboreamos y tragamos como corderitos su orín apestoso esperando que nos solucionen el problema con parches que ni siquiera el estado puede ya sufragar.
Incrédulos los que creen que esta crisis, pasará, que todo volverá a ser como antes. Nada volverá a ser igual. El punto en el que nos encontramos debe ser de no retorno. Si la gente prefiere salir a la calle disfrazada y olvidar que en pocos años, ese mismo carnaval que adoran desaparecerá tal y como ahora lo disfrutan, es cuando ya será tarde. Cuando nos arrastremos por las calles como zombies pidiendo comida, con nuestros derechos desvencijados, putrefactos bajo la señas de la "Mamá Democracia" . Una democracia inventada que nos vendieron nuestros educadores, nuestros maestros, nuestros políticos. Una mentira que nos ha mantenido más de 30 años callados, adormilados y engañados. Los países árabes nos han enseñado el camino.
Pero sentiremos hambre y mayor represión. Será entonces cuándo quizás dejemos el disfraz y nos pondremos el mono para luchar en la calle por nuestra dignidad como personas. Quizás ya sea demasiado tarde o no.
Sinceramente creo que no hay nada que perder y mucho que ganar. Cuando realmente tomemos conciencia de eso, dejaremos de ser lo que hemos sido siempre desde hace más de 30 años: Hijos bastardos de "Mamá democracia".