Si hay algo que le gustaba a Marco era verlas cada noche tumbadas sobre las sábanas blancas. Allí seguían el ritual devorándose los pezones a su salud antes de la cópula tijeril. Lo hacían desde que se habían conocido. Él se tumbaba junto a ellas para encandilar sus sentidos mientras simplemente se masturbaba atiborrándose de mirarlas. Un círculo vicioso entre amigos que años después recordaba pintando el cuadro desnudo de su mujer pese a que Across the Universe se dilataba en cromáticos ecos en su viejo sótano. A ella le gustaban las botas de cuero con remaches rojos, las posturas deshonestas con las que creció junto a él como un castillo de naipes y el calor del semen explotando dentro de su culo rompiéndole la baraja.
Pero aquella figura desnuda que ahora perfilaba ya no iluminaba el pasillo de su casa. Fuera, su hija fumaba abrumada por la dictadura de lo cool pensando si todo aquello era culpa suya o formaba parte de la continua fiesta de sus padres. Se daba asco y ni siquiera sabía porque escribía desde su propio naufragio al que se precipitaba esperanzada, a que dictara su redención en aquella prisión en la que vivía.
4 comentarios:
Joder me ha encantado, lo de "rompiéndole la baraja" me ha llegado al alma. Las fotos perfectas para el texto. Acojonante.
Cuando nuestros ojos se encontraron a través del seto,
pensé que iba a decirle alguna cosa; pero ella se fue.
Y la palabra que yo tenía que decirle se mece día y noche,
como una barca, sobre la ola de cada hora.
Parece que navega en las nubes de otoño, en un ansia sin fin;
que florece en flores de anochecer,
y busca en la puesta del sol su momento perdido.
Chispeaba la palabra, como las luciérnagas, por mi corazón,
buscando su sentido en el crepúsculo de la desesperanza;
la palabra que yo tenía que decirle.
A mi me ha encantado eso de cúpula tijeril, jejeje
LINDA FOTO DAS MULHERES!
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