viernes, 25 de febrero de 2011

FRANCESCA


La penetró en sus adentros más instintivos. Gozó aquellos breves instantes en silencio. Nico la quería, ella también, pero el poder de los Fratelo le tentaba más. Después de hacerlo cuatro veces hasta el amanecer, aprovechó que dormía profundamente. Puso la almohada de terciopelo en su cara y disparó el revolver que guardaba en el cajón para defenderse de algún cliente peligroso. No quería que la sangre salpicase la colcha. Luego encendió el cigarrillo y dio una calada de satisfacción aún con su cuerpo blanco y terso acariciando las sábanas. Lo que Francesca no sabía es que al otro lado de la puerta a ella también le esperaba la muerte.

1 comentario:

nayra dijo...

Un clima en la carne y el hueso
es seca y húmeda; el viviente y el muerto
se mueven como espectros ante el ojo.