¡Bingo! Gritó el encargado seguidamente a la caída de uno de los vasos que uno de sus camareros limpiaba en la barra del bar. El cristal marcado y rayado por el lavavajillas, se hizo añicos. Lo había golpeado sin querer con la apófisis de su codo. 10 segundos más tarde, Laura daba una calada larga al cigarro con la que consumía el 70 por ciento de la nicotina que contenía. El humo llegó dócil a la cara de Isaac. Era lunes y ambos se había tomado un descanso para aclarar una serie de asuntos que tenían pendientes. Laura: técnico de sonido de un estudio de grabación, clara, morena, bajita, ni muy delgada ni muy gruesa, sonrisa Profident, ojos negros, 24 años. Isaac, 27 años, bien parecido, moreno, diseñador gráfico de publicidad , aspecto desaliñado, flequillo "chic" moderno.
¿Qué nos pasó Isaac? -¿No sé, dímelo tú?- ¿ Qué quieres que te diga? ¿No sé?- Fuimos estúpidos. Las cosas son así- responde Isaac. –Así, cómo.- Así Laura, así. Laura, apaga el cigarro- ¿Aún me quieres?- ¿Tú que crees?- No sé no soy adivina ¿Tanto te cuesta decírmelo? Por qué lo quieres saber ¿Para dejar de sentirte menos insegura, para pensar que todo tuvo un sentido? Te pregunto porque yo sentí cosas y me gustaría saber si tú también las sentiste. –Sí, las sentí. El ruido de la cafetera versiona el último sorbo del café de Isaac, fusión sonora para un lunes de espanto en una capital cualquiera. Suena "Beautiful ones" de Suede en el transistor. Isaac contraataca. Hecho de menos tus ratos de lucidez sentimental, eran lacónicos pero intensos y todo eso valora la concepción que te tengo como persona, pero nunca llegaríamos a estar juntos. Es la rabia que me queda ¿Por qué lo crees? Mírate, mírame, estamos demasiado ocupados en nosotros mismos. ¿Eso lo dirás tú, dice Laura? Ahora no te das cuenta, responde Isaac, pero es normal ¿Sigues odiando los lunes?
¿Te crees que te he llamado porque quiero algo contigo? No...Laura no le deja terminar la frase a Isaac, no te creas que ha sido porque quiero que follemos ni nada de eso. Sí, es lunes, y necesito que alguien me alegre el día.
Acto seguido el baño del bar se abría de par en par para sus alegranzas, afuera el bullicio de la clientela apenas dejaba pasar los gemidos, follaron en un pequeño espacio de apenas dos metros cuadrados. Laura se agarraba al manillar de la puerta soportando las embestidas. Lo hicieron por todos los lados mordiéndose la piel, como si fuera la primera vez que lo hacían, ajustados por el pequeño espacio reservado para su pasional descaro.
Isaac salió primero, pagó el café y volvió a su puesto de trabajo en la planta 16.
¿Te crees que te he llamado porque quiero algo contigo? No...Laura no le deja terminar la frase a Isaac, no te creas que ha sido porque quiero que follemos ni nada de eso. Sí, es lunes, y necesito que alguien me alegre el día.
Acto seguido el baño del bar se abría de par en par para sus alegranzas, afuera el bullicio de la clientela apenas dejaba pasar los gemidos, follaron en un pequeño espacio de apenas dos metros cuadrados. Laura se agarraba al manillar de la puerta soportando las embestidas. Lo hicieron por todos los lados mordiéndose la piel, como si fuera la primera vez que lo hacían, ajustados por el pequeño espacio reservado para su pasional descaro.
Isaac salió primero, pagó el café y volvió a su puesto de trabajo en la planta 16.
Laura volvió a la mesa peinándose y prendió un nuevo cigarro. Afuera se oían las bocinas de los coches desesperados, estresados y esclavizados por el horario matinal, la gente caminaba zombítica, al trote, de un lado a otro. Los móviles entonaban su obertura en agudo menor. La tele repetía sin compasión los goles del fin de semana y Laura apuraba en la misma mesa, las últimas caladas de los primeros compases de su lunes caótico, traumático y odiado al que no se acostumbraba. Así habían sido todos los lunes de su útlimo lustro de vida.
La puerta del bar se abrió con el aviso de tinteneo de campana. Otro cliente, otro café, otro vaso de agua lunático pensó el encargado-.
Era Alan, miró a su alrededor hasta que vio a Laura. Le mojó los labios con un beso de cafeína, un beso de rigor monótono y le dijo –Hola Cariño, me he logrado escapar cinco minutos, no sabes el lío que hay en la oficina¿ Qué tal la mañana ?
Ni me hables,¡Fatal! Ya sabes ¡Odio los lunes!
4 comentarios:
Jejeje,que gran relato para empezar la semana!Por cierto,muy guapo el de la foto,el Isaac..
Besos
jajaja no el conozco, pero me pareció peculiar... los lunes tienen estas cosas ;-)
¡Qué lata los Lunes!. Aunque nunca se sabe lo que viene en ese Lunes que comienza la semana.
Me imagino que para ti con un monton de novedades........
Y con el proposito de continuar con el siguiente corto...
Asi que no lo dejes para mañana jajaja.
Buen comienzo de semana y buen relato.
PD: Cuidado con dejar las cosas para mañana......puede que cuando vayas a buscarla ya no esten
que tal miniño? no pude ir a verlo, el corto, que pena, no lo expones again?? me encantaría verlo...
que buen post muchacho, escribes genial, enganchan las historias, no se si serán los lunes o qué...pero tu estás pletórico, suerte en tus nuevos proyectos, ya sabes, que you can stand by me..
te mando un beso en corto,,,y a corta distancia..
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