Gabriela había trabajado duro durante todo el año para llegar con fuerzas para el mes de Julio. Sus vacaciones iban a ser las más intensas que recordase durante mucho tiempo. Fue un mes que la marcó para el resto de su vida. Corría el año 1996, la Guerra en Los Balcanes, había concluído a finales del año anterior y había hecho mella en su corazón. Las imagenes que veía a diario en la televisión le habían cansado tal impacto que ese año decidió dedicar su tiempo vacacional a ayudar a los más necesitados del conflicto: los niños. Todos ellos inocentes.
Gabriela se había separado hacía poco. Un matrimonio que disfrutó hasta que el amor se le agotó. Aún tenía mucho que dar y por eso decidió viajar a Zagreb. Había tenido experiencia como enfermera en un hospital de niños deformes cuyos padres había abandonado así que estaba preparada para afrontar un mes entero lejos de su casa.
Llegó a Zagreb en el mes de Julio. Una vez allí la destinaron a una pequeña localidad a unos 11 Kilómetros Breznica. Cuando llegó, le advirtieron que tuviera cuidado donde pisaba porque el hospital donde iba a trabajar estaba plagado de minas antipersona. Para ello, los enfermeros, habían marcado el camino pintando de blanco los árboles.
El trabajo fue duro. Cada día llegaban numerosos niños mutilados por las bombas o los que habían pisado una mina. De vez en cuando podía tomarse un respiro y fumarse un cigarrillo en las escaleras del barracón que tenía asignado veía pasar sobre su cabeza los bombarderos rumbo a Sarajevo. Me gustaría ir allí pensaba Gabriela. Pese a su corta edad, 27 años había vivido varias experiencias extremas que la habían endurecido. Pero hubo algo que no pudo más que su fuerza moral y de corazón. A los pocos días conoció a Davor. Tenía tan solo 19 años. Iba en una silla de ruedas. La metralla de una bomba que destruyó su casa le había dejado tocada la médula espinal y había dado con sus piernas en una silla de ruedas para el resto de sus días. La personalidad de Davor cundió tanto en Gabriela que cada día, después de hacer su guardia. Sacaba a pasear a Davor por los campos verdes. Fue en esos momentos cuando se forjó su amistad. Una amistad que se convirtió en algo más para Gabriela que se había enamorado perdidamente de él. Ella quiso mantenerlo en secreto. En un principio la comunicación fue difícil pero Davor hablaba algo de inglés. Gabriela también, así que se entendían con frases sencillas. Le contó como los bosnios había entrado en su casa y la habían desvalijado por completo después de violar a su hermana. Días más tarde un bombardeo de aviones la ONU acabó con su movilidad al bombardear la caravana en la que marchaba por error. Davor había quedado marcado por lo que en el argot militar se llama daños colaterales. Nadie se responsabilizó de su tragedia ni la de las 50 personas más que murieron en el ataque. Desde entonces Davor había perdido la facultad de hablar hasta que conoció a Gabriela.
Uno de los últimos días de estancia en Zagreb. Davor consiguió que un amigo suyo conductor acercara a Gabriela a Sarajevo. El aspecto de la ciudad era desolador edificios acribillados por la metralla de las bombas, el cielo era negro al igual que las fachadas de las casas. Impactos de bala en los muros y muchos muchos coches de cascos azules que no servían para nada.
Gabriela volvió de la excursión entendió la mudez de Davor. Faltabandos días para que volviera a España y pese a que lo quería con toda su alma. No le confesó nada . Se despidió de él con una enorme sonrisa. Prometieron escribirse y así se fue.
Gabriela no volvió a saber nada más de Davor. Desde entonces sus vacaciones nunca más volvieron a ser iguales.
PD: Muchos españoles en estas fechas de verano aprovechan sus vacaciones para viajar como voluntarios a aquellas zonas conflictivas donde las personas necesitan ayuda. Son unas vacaciones solidarias para las que ahorran durante todo el año. Son sus vacaciones, de las que siempre se vuelve con el corazón en un puño.
1 comentario:
Me ha gustado el relato,Iván. Estoy descubriendo ahoratu blog y demomento me gusta casi todo lo que veo.
Un saludo,
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