El fotoperiodismo es apasionante. Muchos redactorcillos de periódico locales o provinciales, en la mayoría de las veces, no saben darle el valor que deben a una fotografía, a un instante, a una imagen, que pueda resumir toda una página escrita a cuatro columnas. Es cuando cobra valor el viejo dicho de que una imagen vale más que mil palabras. Muchos fotoperiodistas son relegados en las redacciones como meros locos. Cuando una foto busca la información con un ángulo o perspectiva que se sale de lo común les acusan de que son muy artísticas, pero se equivocan. El poder informativo de una foto habla desde cómo se encuadre hasta el matiz o color de su luz. Creo que a estos profesionales no se les da el valor que merecen hoy en día y en la mayoría de las ocasiones, están peor pagados que los propios redactores cuando son los que se juegan el culo en la calle para encontrar la foto de portada con la que abrirán los periódicos al día siguiente.
Esto no ocurría en los años 30 o 40 cuando una foto era un artículo de lujo en los diarios.
Hoy quiero hablar de un curioso foto periodista que pasó a la historia gracias a la leyenda que forjó. Aprovecho para hablar de él porque un buen amigo me comentó que había visitado una exposición sobre su trabajo en la Fundación Telefónica de Madrid.
Su nombre verdadero era Arthur Felling pero se hizo llamar Weegee. Este fotógrafo de origen austriaco pero que vivió en New York, logró la fama porque siempre llegaba al lugar de los sucesos antes que nadie, incluso que la propia policía. De este modo conseguía grandes instantáneas de asesinatos y catástrofes que vendía como primicia a los periódicos locales.Aunque también desnudos o retratos de la "fauna" de la jungla neoyorkina. Su formación fotográfica era nula pero poco a poco fue acrecentando su leyenda en New York hasta tal punto que lo apodaron Weegee, una traslación fonética de la palabra Ouija ya que decían, que utilizaba este medio para conocer de antemano lo que iba a suceder.
Sin embargo en su habitación, tenía pinchada la emisora de la policia metropolitana de New York, para enterarse antes que sus colegas periodistas de cualquier incidente.
Lejos de esta leyenda , la obra de Weege quedó para la historia reflejada en grandes instantáneas que tomó durante los años 30 y 40.
Incluso hizo sus pinitos en el cine Stanley Kubric le encargó la foto fija de la maravillosa película, "Teléfono rojo, volamos hacia Moscú"
Todo un personaje cuya obra se puede visitar en la Gran Vía madrileña. Como referencia, buscar la Fundación Telefónica.
ALGUNAS DE SUS FOTOGRAFÍAS