lunes, 20 de junio de 2011

EL BESO DEL 19-J


Había quedado con Carlota en la cafetería junto a la plaza del 15-M. Pedí un café. La miré. Ella me hablaba. Observé sus labios moviéndose arriba y abajo. Ella seguía hablando. Me fijé en sus orejas. Su boca arriba y abajo. Observé sus manos y sus dedos, ella continuaba hablando de la revolución. Miré su pelo ondulado. Su voz se difuminaba en fantasías mientras mis ojos se fijaban en cada rincón de su cara, de sus gestos, sus dientes, sus pestañas, su escote, su tatuaje junto a la oreja, su espalda , su forma de caminar. Escruté cada rincón de su cuerpo enamorándome de cada punto de él. El aroma del café se diluía en un combate continuo con su olor a jazmín.

Era la segunda vez que nos veíamos. Nos habíamos conocido en una Asamblea Popular. Su cuerpo era delgado. Sus pechos pequeños, pero ya había imaginado que le hacía el amor acariciando con suavidad su piel tostada por el sol de las acampadas. Había quedado con ella para acudir juntos a la manifestación. Yo llevaba mi cámara de fotos, ella su indignación como caballo de batalla.

La policía cargó a destajo. Nos revolvimos. Mi entrepierna rozó un segundo con sus nalgas. Me excité. Sobre nosotros volaban los cóctel molotov y nos frotábamos unos contra otros como una orgía revolucionaria. Los “mossos" comenzaron a disparar, la gente que nos rodeaba se disgregó rápidamente lanzándonos en la avalancha  al suelo. La suelas de las botas represoras sonaban como taconeos en el infierno del asfalto. Ella cayó. Yo sobre ella. Nos miramos un instante. Los botes de humo de la policía nos pasaba por encima como vítores en un verano de cambio social. Le dije: ¿Estás bien? Sí, respondió ella. Luego toda la tensión se fundió en un beso indignado y revolucionario. Así era la pasión en aquellos tiempos  en los que tu abuela y yo luchamos para que tú hoy puedas vivir en paz y tengas tu trabajo con dignidad.

Una lágrima cayó por la mejilla arrugada de Mauro. Su nieto aún con la boca abierta había seguido su historia. Nunca pensó que su abuelo hubiese vivido algo así. Tuvimos que hacerlo, era el momento, era lo necesario Carlitos.  Le decía mientras guardaba la foto de nuevo en el cajón de su nostalgia.

PD: La foto que ilustra esta ficción no está cogida el 19-J. Corresponden  a unos disturbios tras un partido de Hockey en Vancouver. Canada  pero me pareció ideal para retratar lo que pasa en las calles con tanta pasión en estos días inciertos.

2 comentarios:

Beatriz dijo...

muy bonito, está bien reflejar lo que está pasando (extraordinario por cierto) en nuestros blogs.
saludos

gsus dijo...

Q bonito desde tanta agresividad :)