
Saramago desprendía ese aura que desprenden las personas a las que acudimos a oír como maestros: Ghandi, Martín Luther King u otros que a base de su idealismo humano, intentaron colocar su pensamiento, no único, en la conciencia de la humanidad. Saramago pensaba como un verdadero humano. Siempre dijo que Dios no le hacía falta. “La muerte es la inventora de Dios” decía, la muerte se lo ha llevado en cenizas esparcidas en la tierra que tanto amó. Hoy el ser humano es un poco más pobre aunque su mejor recuerdo será recordarlo cómo lo que mejor supo hacer...en sus palabras...
"En la isla a veces habitada de lo que somos, hay noches, mañanas y madrugadas en que no necesitamos morir.En ese momento sabemos todo lo que fue y será.El mundo se nos aparece explicado definitivamente y entra en nosotros una gran serenidad, y se dicen las palabras que la significan.Levantamos un puñado de tierra y la apretamos en las manos. Con dulzura.Allí está toda la verdad soportable: el contorno, la voluntad y los límites.Podemos en ese momento decir que somos libres, con la paz y con la sonrisa de quien se reconoce y viajó alrededor del mundo infatigable, porque mordió el alma hasta sus huesos.Liberemos sin apuro la tierra donde ocurren milagros como el agua, la piedra y la raíz.Cada uno de nosotros es en este momento la vida.Que eso nos baste"
1 comentario:
Nos ha dejado un maestro de maestros, humilde, libre, libertario, fiel a sus ideas e ideales. Nos queda de él el brillo de sus textos, y el camino abierto.
Un saludo
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