lunes, 25 de julio de 2011

SOUL MAN


La muerte de Amy Winhouse me cogió por sorpresa de vuelta de las Palmas de Gran Canaria precisamente después de haber asistido a un gran concierto de otro artista soul clásico que comenzó a despuntar en el mundo de la música hace apenas 3 años y que por ahora se presenta como un desconocido para la gran mayoría en España: Eli Paperboy Reed junto a la True Loves Band. Amy retomó como nadie había hecho desde hacía años, el sonido del soul clásico, agrandado por una potente y particular voz que encumbró un sonido olvidado por la música comercial desde la década de los 60: el soul. Ahora ha empezado a engrosar la leyenda del grupo de los 27 como Curt Cobain Jeff Buckley u otros tantos. Muere joven para dejar un cadáver bonito.

Esa fue la música con la que crecí, por eso la presencia de Eli Paperboy Reed En Las Palmas de Gran Canaria no podía pasar inadvertida para mí.¿Un joven de 28 años de Massachussets, blanco con voz de negro emulando los gritos desgarrados de Wilson Picket o del propio Otis Reading? Era el mejor plan para a noche del viernes. Y sí así fue. Nada más subir al escenario y oír los primeros acordes de su banda, en carne viva, mi cuerpo comenzó a explotar y a mover las caderas al son de la vibración de los vientos de saxo y trompeta y al son de los riff de su guitarra, cargada de aromas del pasado, de aromas de la mejor música del siglo XX. Rescatada para dar frescura a la música en directo del siglo XXI. Mezclas de soul, funky e incluso country que se auparon en el primer tema de la noche que surgió como un chute de adrenalina de la vieja escuela. El hombre que había permanecido incorrupto, callado junto a mí, improvisó de pronto y para mi sorpresa, esta frase “ ahora sí, esto si que es música”y así, de esa guisa comenzó a saltar y a tocar sus palmas. La magia se contagió sobre un humilde escenario de un concierto gratuito, no me lo podía creer “gratuito” a penas 2000 personas calculando a ojo, y con 6 cervezas encima vibré como un loco rememorando los discos de vinilo de siete pulgadas que con apenas 15 años pinchaba en mi casa: Wilson Pickett, Otis Reading, Arthun Conley, era como si todos hubieran resucitado.

Un sonido resucitado que como dije antes mamé desde muy pequeño, la culpa la tuvo un hombre que me enseñó a través de sus acordes de guitarra lo que significaba aquella música o quienes eran los artistas que poblaban las carátulas de aquellos vinilos que aún conservo como un auténtico tesoro. Aquel hombre tocaba el bajo y la guitarra, cantaba con una voz desgarrada y formaba parte de una banda pionera que cubrió de este sonido la década de los 60 y 70  educando los oídos del Turístico Puerto de la Cruz. Hace algo más de año murió debido a sus excesos vitales. Lo acompañé en los últimos días de su muerte. El día que lo enterraron en el cementerio se me acercó a mí un hombre y me comentó. Era un buen hombre y un buen músico Yo toqué con él.

Lo llamaban Soulman, aquel hombre era mi padre. Pepe

3 comentarios:

Beatriz dijo...

qué fuerte, muy emotivo.
Enhorabuena por ese padre

ligia dijo...

enhorabuena,por averle dedicado a tu parde algo tan bonito

Anónimo dijo...

Te quiero Eimi, tu vas, tu vienes
tu voz es la de un cielo
palpitante
No te acabes
No te acabes