viernes, 16 de abril de 2010

CIUDAD DE VIDA O MUERTE (Nanjing, Nanjing)

Aunque aún no ha llegado a los cines de Tenerife, desafiando a la dictatorial SGAE y gracias al intercambio por no decir trueque, ayer cayó en mis manos una buena copia en dvd de la película Ciudad de Vida o muerte del director chino Lu Chuan.

La película ganadora en el último Festival de San Sebastián viene acompañada de una gran polémica en sus país y en Japón ya que narra un hecho histórico: la ocupación japonesa de Nanjing, capital china en 1937 donde murieron más de 300 mil personas y 20 mil mujeres fueron violadas y asesinadas. Otro episodio escabroso de la humanidad que sucedió en la guerra que ambos países sostuvieron durante siete años. Una visión honesta y nada manipuladora de unos hechos reales quizás poco conocidos para el mundo occidental.

Lo primero que me sorprende de la película es su puesta en escena. Chuan no ha ocultado sus influencias de Steven Spielberg. La película adopta la estética de filmes como Salvar al Soldado Ryan, El pianista de Roman Polanski o la Lista de Schindler , manteniendo en este último caso como recurso estético, una fotografía en blanco y negro que refuerza el drama de la historia. Sobra decir que la poesía y la belleza de las imágenes, o el gusto por los planos detalle en los momentos más dramáticos confieren un carácter de cine de quilates a esta cinta.


En cuanto a la historia la película comienza con trepidantes escenas en su primer cuarto de hora de combates por la toma de la ciudad. El director no se implica en ningún momento en su posición respecto a los dos bandos y la historia se cuenta a través de un reparto coral en el que vemos cómo sus personajes viven la tragedia que les rodea. Desde un valeroso soldado chino pasando por un crudo oficial japonés u otro soldado nipón enamorado de una prostituta china que parece ser el único que toma conciencia de lo que ocurre a su alrededor. También la de un diplomático nazi que curiosamente crea un campo de refugiados para salvar a los chinos dentro de la misma ciudad, donde se cometen las atrocidades entre ellas la violación masiva de cien mujeres para consuelo del ejército japonés.


Sin embargo la maestría para contar de Chuan radica en contrastar secuencias crueles que ponen la carne de gallina con una sensibilidad espeluznante.

Una película que carece prácticamente de un guión tradicional. Es decir, simplemente se limita a mostrar lo que ocurre casi convirtiéndolo en un documental visual ficcionado pero que no le resta ni un ápice de maestría. El final es digno de un oscar, refleja la delgada línea del ser humano capaz de los más maravilloso pero también de lo más atroz e inimaginable.

Muy recomendable, aunque no para estómagos sensibles.

2 comentarios:

Mónica dijo...

no es una cuestion de estómago, más bien de sensibilidad...si hay niños....no puedo, deje de verla y creo que no la terminaré de ver.
Es excesiva.
En mi opinión, de demasiadas escenas sobre lo mismo.

BRILLI-BRILLI dijo...

Tiene que ser una dura película,pero si sigue la linea de Spielberg no pienso perdermela.
Besos