sábado, 2 de mayo de 2009

GRIPE



Luces, alcohol, sorbos de baile, miradas en caricias el 28 de abril de 2009
Keira había llegado hacía unas semanas con la intención de quedarse unos meses
a la luz del sol de la isla, practicar un poco de surf y dejarse llevar por la calidez de mayo.
Carlos, madrileño hacía mucho que se habia enamorado de aquella porción de tierra que para muchos, navegaba a la deriva pero que para él mantenía firme su estado anímico.

En el parking de la discoteca, los coches sonaban a samples de house a conversaciones de ron y a mil historias que se inventaban en cada instante dentro de un espacio de 100 metros cuadrados aderezados por la luz de los focos, y dulces manos de de un dj que regía la euforia de la noche bajo una sonrisa de satisfacción.

El asfalto húmedo y los ecos de la ciudad lejana se dejaban seducir por la voz de Keira que le contaba a Carlos sus fallidos intentos de colocarse en pie de la tabla para cabalgar sobre las olas. Lo que no sabía Keira es que él se la imaginaba cabalgado sobre sus caderas.

A miles de kilómetros de allí, cientos de personas se preparaban para vivir en una cuarentena gripal que les había convertido en calaña y bichos raros para el resto de su misma especie. La prensa mundial se había encargado de expandir la alerta mundial con carroña informativa. Informaban de las muertes por causa de una gripe desconocida proveniente de las pocilgas yankis pero que se había desarrollado en el fronterizo país vecino del sur de los E.U. Esta vez Obama no tenía la culpa. Los medios se limitaban a informar sobre los nuevos casos y las muertes, pero no se preocupaban por investigar sobre cómo había afectado la gripe a los casos de muerte. Es sólo un gripe, decían muchos para tranquilizar sus hipocondrias, además hay cura. Sí pero está muriendo gente, comentaban temerosos otros. Dentro del revuelo mediático, la desinformación corría en los ríos de tinta, en las redes cibernéticas, en las ondas catódicas y hertzianas provocando el pánico generalizado y alzando el nivel de desinformación a una pandemia que sentía los primeros niveles importantes de gravedad en el trato inhumano que se dispensaba a los infectados por la "escoria gripal" .

Ante este panorama las farmacéuticas se frotaban las manos haciendo su agosto en plena crisis económica mundial. Es el comienzo del fin decía doña Eulalía, una de las vecinas de Carlos. El apocalipsis lo relataba, son las plagas de Dios.

A todas estas Carlos y Keira habían decidido continuar su conversación en el coche de camino al apartamento que Carlos tenía a las faldas de una colina donde las brumas de la noche enfríaban el entorno. La casa de doña Eulalía estaba cerrada a cal y canto. Habia colgado un pequeño cartel con papel que rezaba " Estoy en cuarentena".

Encendieron la tele para ambientar la estancia, gripe, gripe, gripe, gripe. Carlos la apagó, cansado de tanta actualidad enfermiza. Keira estaba detrás de él preparada para cabalgar. Un suéter negro que dejaba entrever la desnudez de sus hombros se deslizaba hasta acabar a dos centímetros por encima de su ombligo. De ahí hacia abajo unas braguitas del mismo color despertaron el instinto animal de Carlos que se acercó lentamente. Comenzó a besar las rodillas de Keira, mientras deslizaba sus manos hasta los tirantes de sus bragas deslizándolas hasta sus tobillos. Luego su lengua se encargó de lo demás.

Por la mañana, un sol radiante entró por la ventana centrándose en los ojos de Keira. Carlos se despertó y la beso en los labios. Keira, sonrió y pocos segundos después estornudó.

Los momentos siguientes fueron caóticos y acabaron con Carlos en la sala de Urgencias del hospital. Dos enfermeros tuvieron que reducirle porque pedía que le vacunaran de inmediato. El estado de crisis neurótica le arrastró por todas las farmacias de la ciudad en busca de unas mascarillas que se habían agotado días atrás. En el 112 las líneas estaban saturadas.

Mientras Keira, algo aturdida por su alergia matutina, se reía de camino a la playa. Esperando que por fin esa mañana pudiera por fin cabalgar sobre las olas.

7 comentarios:

Anónimo dijo...

La masificación y las mutaciones geneticas son causas del virus porcino.
El virus en el caso que nos toca ahora "porcino" significa que los cerdos están reaccionado a su producción ilimitada.
Decia Jung que las enfermedades eran el lenguaje que utilizaba los dioses para comunicarse con los humanos.........
Pienso que el capitalismo mata al mundo.

"No vale silbar desde la ventana y si los perros gimen de modo tierno hay que levantar las cortinas sin prevención..." (F.G. Lorca)

hadanevada dijo...

que fuerte, hasta alarmista, con todo esto que está pasando,el hada del sur tiene razón...las bestias se revelan...
y las mascarillas se agotan, aún en sitios dónde todavía no ha llegado la alarma...la conciencia colectiva tiene mucha fuerza y atrae, tanto malo como bueno...

un besito...me gustan tus historias antes de dormir,,,

Liz Marin dijo...

como dice hadanevada es alarmista uffffff madre mia


besitosssss

lowylogo dijo...

a mí todo esto me ha recordado la genial novela de Saramago en la que una epidemia de ceguera acarrea que el ser humano saque lo peor de sí. es en este tipo de cosas dónde se ve la bajeza humana cuando se trata a los enfermos como si fueran una escoria...que lástima, seguimos sin darnos cuenta de nada...

Lorenzo Guerra dijo...

creo que esto es una prueba de un futuro ataque biologico para ver como responde el mundo.
Hay una cosa claran esto no es casualidad.

Lorenzo Guerra dijo...

tambien aqui hay muchos intereses economicos.
Como es posible que varias empresas farmaceuticas esten teniendo ingresos ahora millonarios.
Se habla de 8.500 millones de dolares,
¿ESTO ES NORMAL?

lowylogo dijo...

está claro, esa teoría de las posibles pruebas para ataques bacterológicos, no es descabellada. Interesante...hoy en día todo es posible..