martes, 14 de septiembre de 2010

LLÁMAME VIENTO

La entrevistadora estaba buena sí. Había preparado sus mejores armas para captar mi atención y quizás la de su morbosa audiencia sedienta de tetas. En estos casos mi ego no daba para tanto. Su colección de reclamos comenzaba en sus pupilas: lentillas de color verde, escotazo negro y chaqueta blanca ceñida a dos poderosas razones. Lo golpes bajos los daba con zapatos de tacón y una cara de hija de puta recién salida del infierno. Walter se tomaba aquello como un juego, los años de experiencia le sobraban de aquel instante. No se fiaba un pelo de ella porque con lo que contaba solo se podía vender mierda.


Ella:


Señor Domínguez. Usted ha estado en numerosos conflictos a lo largo del mundo. Afganistán, Bosnia, Palestina, Congo...¿Qué lleva a un periodista a tomar esta decisión y jugarse la vida?


Walter:


me gusta vivir las cosas en primera persona. Sentirme parte de lo que sucede, saber que estoy metido en el ojo del huracán, para luego contarlo al mundo.


Ella:

¿Eso no le resulta un tanto egocéntrico?


Walter:


Depende de cómo se mire. Si la miro le puedo preguntar cuánto le han costado...


Ella


No me lo pone muy fácil..


Walter


¿Usted es la que pregunta no?
Ella
¿Me va a responder?
Walter
Lo que hago no es para glorificarme. Es algo que los que estamos allí no podemos explicar. Hay que estar allí para comprenderlo. Cuando algo pasa, siento la necesidad de acudir y contarlo.
Ella
Hasta el día en el que se convierten en los protagonistas de la noticia. Como sucedió con la muerte de su compañero Malcom ¿ No es cierto?
Walter
Seguro que uested nunca ha salido de su mesa de la redacción por miedo a ensuciarse sus bonitos zapatos ¿Verdad?
Ella
Pensaba que era yo quien le entrevistaba a usted.
Responda.¿Es cierto que usted fue quien le convenció para que saliera a cubrir aquella manifestación y en la que finalmente murió de un disparo?
Walter
Váyase a la mierda.
Walter sale del plató delante de sus pasos. Se dirige a coger el coche. El solitario parking aún huele a húmedo. Acaba de lloviznar y el suelo resbala. Cuando abre la puerta de su coche. Dos individuos lo llaman por su nombre con acento extranjero. Se gira y ya no ve nada más.
La sangre recorre el suelo mojado del aparcamiento. Con una bala en la cabeza, allí yace Walter Domínguez, un daño colateral más del periodismo arriesgado. Un zombie que todo el mundo olvidará pasado mañana cuando ya no sea noticia.
PD: En cada segundo, todo cambia, las ilusiones, las decisiones que tomamos, los pensamientos que construímos...las cosas toman otra dirección. Como un instante en un pestañeo de ojos...como el viento ...que nunca sabes con certeza con qué fuerza volverá a soplar o en qué dirección la próxima vez. Sin embargo hay un momento en el que las ráfagas dejan de soplar y todo vuelve a la calma infinita.

3 comentarios:

Mónica dijo...

La respuesta, amigo mio, esta en el viento
Bob Dylan

Anónimo dijo...

Y qué terrible nostalgia se apodera de ti cuando esos breves momentos de calma absoluta se disuelven y desaparecen... ¡Duelen!

Unknown dijo...

Mira que hay muertos olvidados....