Una imagen totalmente diferente a la del individuo que devoraba su ardores de estómago con eructos de Clipper de fresa al otro lado del banco. Era un tipo orondo de asco, que se limpiaba los trozos de papa frita que se le adherían a sus labios gruesos y grasientos. De vez en cuando se giraba y esbozaba una ligera sonrisa de Fritolay. A Ramiro le repugnaba. El metro se acercaba, el orondo se levantó con rapidez extasiada después de tanto esperar. En ese preciso momento Ramiro se alisó el traje, se levantó y aprovechó la ocasión. El individuo notó un ligero roce en su espalda y cayó a las vías. El vagón del conductor le reventó la cabeza, pocos metros más tarde se detenía con el pasaje gritando de pánico, con el parabrisas funcionando e impregnando el espejo de sangre. Ramiro sacó su rosa de la solapa y la lanzó al vuelo. Cayó en el hueco de las vías rojas. Luego tiró la bolsa de papas fritas a la papelera y se fue tranquilo. Prefirió ir andado y disfrutar del paseo hasta la bahía donde tenía pensado esparcir las cenizas de su madre.
jueves, 9 de septiembre de 2010
UNA MUERTE EJEMPLAR
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