viernes, 3 de abril de 2009

POMPAS

La jornada había sido bastante gris para él. Digamos que Eustaquío Puente Fría, tenía uno de esos días melancólicos en los que necesitaba alegrar la vida a la gente. Eustaquio llevaba 15 años vendiendo y regalando chistes a las personas de la calle desde que enviudó. Era un hombre alto, casi de metro noventa, pero tremendamente delgado. Vestía casi siempre de negro con chaqueta y una fina corbata del mismo color. Encima se abrigaba con una manta un poco menos oscura. Una larga barba canenta y un sombrero de ala ancha lo convertían en todo un personaje callejero.
Su labor diaria consistía en parar a la gente en la calle preguntándoles de qué modo les apetecía conocer las mini historias humorísticas que coleccionada, y digo coleccionaba, porque llevaba sus chistes escritos en una bolsita de tela que colgaba con esmero en una pizarra cuando llegaba a su chabola, junto al barranco.
Un día que paseaba con su soltura habitual se le acabaron los chistes. Eustaquio tenía 98 años y aún no le hacía falta apoyarse en un bastón para caminar. Sin embargo su memoria no era tan ruda como su cuerpo y no recordaba gran parte de los chistes con los que había obsequiado durante tanto tiempo a los transeúntes. Necesitaba algo que contarles para conseguir comer esa noche pero no le salía ni una palabra.
De pronto se cruzó con una madre algo nerviosa. ¿Qué le pasa señora? ¿Mi hijo, lo ha visto ?Es pequeño, de esta estatura, decía aplanando la palma de su mano a la altura de la cintura. De repente, una pequeña pompa de jabón explotó en la nariz aguileña de Eustaquío seguida de unas risas que provenían de lo alto de un edificio. Pronto le rodearon miles de pompas de jabón multicolores y de diferentes tamaños y formas. El día gris hizo más bellas aquellas pompas, Eustaquio miró hacía arriba y vió como la madre echaba la bronca a su hijo de 8 años que era el culpable de aquella lluvia imprevista.

Eustaquio sonrió ante la secuencia que presenciaba y comenzó a recordar los chistes que le había hecho el rey de la calle. Conforme las pompas explotaban en su cara, el reía y reía mientras contaba todos los viejos chistes que había guardado y escrito con tanto esmero en papelitos que se guardaba en su bolsita de tela. Calló al suelo víctima de una ataque de risa y murió allí bajo aquella lluvía de pompas de jabón y esuchando la sonrisa de aquel niño que tantas veces había escuchado al contar sus chistes.



El día había sido gris, las pompas....le dieron color.







7 comentarios:

Anónimo dijo...

¡Qué bien nos sienta reirnos todos!.
Cuando nos reimos no solo nos desconectamos sino también nos deshibimos y eso es tan genial. No hay cosa peor en la vida que esta inhibido. Todo en la vida puede verse desde la atalaya del humor. Desde lo más serio, lo más trágico y a veces lo más sublime.
El humor va a depender de las lentes que usemos para ver el mundo.
A veces me pasa con algunos amigos o incluso en el trabajo que terminamos por sacarle humor a cualquier cosa que nos pasa.
Bellisimo relato. Feliz fin de semana.
Besos

Doramas dijo...

Me gusto, es agradable leer así de tranquilo.

CHOPINGO dijo...

Doramas un saludo a la Isla Hermana.
Como dice El Hada,tiene que sentar bien,por eso es agradable el leer a Ivan..

Pompas para el fin de semana.

Unknown dijo...

Magnifica sensibilidad, se nota que es usted familia de artistas.TG.

Dorta dijo...

LOS SUEÑOS NO SÓLO SUEÑOS SON.

Bueno, las pompas... , al principio pensé en las fúnebres debido a lo longevo del protagonista, pero aún veo que le diste vida de colores.

Durante otro momento pensé que él había llegado a su cielo colorido, pero no, lo dejaste en la tierra esperando el encuentro con su ex fallecida tempanamente y por lo tanto desconocida para él, otra muestra más de felicidad dormida, bien. Después le pusiste la fragilidad de unos colores a esa vida tristemente risueña y como de eso se trata te digo... ¡ sueña! que por ahora los bancos ahí no cobran intereses y los amigos tampoco.

Sir Stanley And Cia

lowylogo dijo...

MUCHAS gracias a todos por los comentarios. HE estado este fin de semana un poco liado y he faltado a la cita con el blog, pero vuelvo con gaans este lunes.

Se me ocurrió la idea de las pompas justo cuando caminaba por la laguna y sin saber porqué unas cuantas pompas me expotaron en la cara. Un niño las lanzaba desde un balcón.

Dorta dijo...

Tienes suerte. Yo también vivo en La Laguna y a mí sólo me cae agua del cielo. Supongo que sea agua, claro.