viernes, 23 de octubre de 2009

NOCHES TATUADAS

NOCHE 1


Era Octubre, las calles estaban húmedas y oscuras, la electricidad se había ido en toda la ciudad. Una tormenta se aproximaba, los jóvenes borrachos paseaban sus litronas, esperando a beberse el agua de la lluvia. Solo en las esquinas se resguardaba el calor. En una de ellas, Cándido y Laura ahogaban sus lenguas en besos ciegos. Poco después empezó a llover y sus lenguas se comieron la noche. Una semana después dejaron de verse. Ninguno de los dos supo nunca realmente la razón.
NOCHE 2



Su esposa Marga bebía de su misma cerveza mientras los Chemical Brothers le doraban el tímpano. Bailaba con los brazos en alto, sujetando el cuello de la botella, con los ojos cerrados y con la camisa ajustada alejándose centímetro a centímetro de su ombligo mientras del techo caían gotas de sudor condensado. Santi, su marido, la miraba con deseo desde la barra. Su amiga Julia apareció con su pelo a lo Emo y su camisilla blanca que dejaba desnudos sus hombros. Había cambiado mucho para sorpresa de Santi. Ella le dio dos besos etílicos, el la agarró de la mano y la llevó al baño de caballeros, la aprisionó contra la pared y saboreó sus labios en carne viva, luego aún con los labios mojados, se acercó a Marga que seguía ciega, danzando al ritmo de los Chemicals, y se la llevó fuera. Acabaron haciéndolo como posesos en el 4x4 familiar.
NOCHE 3
Las estatuas que adornaban las calles de Florencia, eran distintas en la noche. Se habían convertido en guardianes de sus pasos. Los Medici deambulaban en las sombras y él saludaba al pasar a las chicas guapas con un educado Bona note senorigna con acento escocés. El mármol blanco y sucio de la catedral le recordaba al Halcón Milenario de Han Solo y en su puerta se apostillaba para escribir las cartas a sus amigos de las tierras altas de Escocia. Se durmió junto al Ponte Vecchio hasta que algo le despertó. Estaba completamente desnudo. Intentó taparse con un pequeño cartón de fruta para resguardarse pero fue en vano. Varias chicas a las que había adulado a su paso por el puente se rieron.
Al día siguiente, los Carabinieri no daban crédito a sus ojos, la skirt (falda escocesa) del individuo colgaba del dedo índice del David de Michelangelo. Ni la policía ni los encargados supieron como fue a parar allí y muchos menos como eludieron las altas medidas de seguridad. Algunos dicen que fueron las estatuas de los Medicis, otros le echaron la culpa al fantasma de Dovtoieski. Otros se lo atribuyeron a locos anarquistas o vándalos gamberros. El escocés prefirió callar, aunque cada noche la bellas signorinas le ven en el Ponte Vecchio esperando a que aparezca el ladrón de su falda, cantando con su guitarra al pasar de las bellas signorinas "Bona Note, Bona note".

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