martes, 9 de junio de 2009

AMARIO

Amario era un chico guay. Digamos que sería uno de esos chicos que hoy llaman “modernos”. Tenía una novia guay, unos amigos guay, unos contactos guay y todo el mundo pensaba de él que no se podía ser más guay. El problema de Amario es que era perfecto por lo que Dorian Gray era una Caperucita Roja agobiada por la hipoteca de al casa de su abuelita a su lado. Tenía la enorme suerte de vivir del cuento, y no precisamente del de Caperucita. Normalmente se desenvolvía en la vida pública como un tiburón en el océano. Era el centro de todas las fiestas guays de la ciudad. Los mecenas del arte se peleaban por contar con sus servicios. Así que , Amario, no faltaba a ninguna inauguración, estreno, galería de arte o brindis. Pero, sin saberlo, Amario era un esclavo del snobismo galopante de la gente que le rodeaba. Llegados a este punto, podemos pensar que Amario era un ególatra, pero no era así. Amario era un ser triste, inseguro e incapaz de aceptar una mínima crítica de su trabajo que básicamente, reiteramos, consistía en “vivir del cuento”, Nadie sabía a qué se dedicaba. Formaba parte de un rodaje cinematográfico como tan pronto pintaba la cúpula de una de las reliquias arquitectónicas de la ciudad donde vivía. Amario pensaba que él y sólo él y los que cerraban su círculo de diferentes “él” y de “modernos”, podían vivir como señores, alimentándose de la seguridad que da el triunfo, la adulación y la carencia de humildad. Amario se reía camuflado de la gente, sin que esta se percatara de sus tomaduras de pelo. Los que intentaban acercarse a él, quedaba reducidos a miniaturas caricaturescas a las que su voz interior le susurraba ¿Pero quién eres tú? ¿Yo soy Amario, tú quién eres? ¿Qué me estas contando? Eres simple basurilla. Sin embargo, Amario, era buena persona. Siempre blanqueaba los saludos a sus conocidos con las más terribles e hipócritas de las sonrisas. Sin embargo, Amario no era mala persona. Su novia era una famosa modelo de ojos claros, belleza sin igual y adulada por el género moderno masculino que se le acercaba a unos pocos metros. Ambos se sacaban fotos en todo tipo de lugares, fiestas y reuniones sociales para grandificar sus momentos “guays del Paraguay".

Pero un día apareció Prudencio. Un Lobby surgido de la nada que comenzó a superar a Amario en sus productos artísticos. Amario fue a visitarle , y Prudencio le dijo ¿ Te acuerdas aquel día en que te pedí colaboración para una de mis obras? Pues bien...hoy , yo soy Amario y tú eres Prudencio.

Y Amario lloró porque su novia ya no fue su novia, sus amigos ya no fueron tan guays y su humildad, se había olvidado de él.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Curioso y extraño personaje.
Me llama un poco la atención los personajes de tus relatos porque no se si identificarlo con algo personal o son sacado de la ficción.
Últimamente no me he escrito porque no tenia nada que contar.
Creo que como no transmita nada o quiera reflexionar sobre algo pues no escribo.
Pretendo reflexionar en mis temas por algo. No coloco los post por azar. Me llega la información a mi mente y después la plasmo pero siempre se trata más de mis vivencia o de cercanos a mi a los que quiero transmitirle algo.
Me alegra saber de ti.
Un saludo guapo

Anónimo dijo...

Son curiosos estos personajes de ficción pero si tuviera que darte un consejo ya que considero que eres muy buen escritor, yo utilizaría más mis vivencias personales. Cuando utilizamos nuestras vivencias personales transmitimos más alma, más sentimiento.
Un beso.
Ya se acerca las vacaciones y pronto estare en Sicilia.....