sábado, 11 de octubre de 2008

CHO VITO "DÍA 5"



Cinco días después, el pueblo de Cho Vito se reunió en la playa anexa al pequeño poblado pesquero para sentirse libre. Estas fueron las palabras y el sentimiento del portavoz de los vecinos, Tomás González, después de que unas mil personas se reunieran pacificamente en la playa de Cho Vito para mostrar su frustración ante los acontecimientos y exigir el respeto a sus derechos. Afectados, vecinos y diferentes asociaciones vecinales de la isla acudieron a la cita.








Tomás González, habla a los vecinos.

Los vecinos de Cho Vito y Candelaria manifestándose














Cinco días después de las demoliciones acudí a esta manifestación y entré en Cho Vito. No antes sin darle mi nombre y apellidos y DNI al subalterno del Ministerio de Medio Ambiente que, carpetita en mano, tomaba los datos a todos ser humano que pretendía entrar en el poblado. Pasado el trámite, me adentré entre las casas. Las sillas de los antiguos vecinos aún estaban en el mismo lugar donde esperaron sentados a las fuerzas que los desalojaron. En la misma playa un improvisado pasillo vallado impide acercarme a los escombros sobre los que yace una gran pala mecánica que duerme a la espera de reiniciar su trabajo. Se me hace difícil caminar entre las piedras y callados de la playa. Mientras, detrás de la valla veo los restos de la demolición pasando ante el objetivo de mi cámara. Aún se aprecian los restos de cristales destrozados por los mazos de la policia.

Cho Vito tras la demolición de las casas

En mitad del camino me encuentro a una de las habitantes que ve apenada lo que antes era su casa, reducida ahora a polvo. Sigo mi camino hasta llegar al final del poblado. Allí me encuentro a Fernando, uno de los pocos vecinos que mantiene su casa en pie. Tiene 38 años y lleva toda su vida viviendo en Cho Vito. Aquí aprendió a nadar junto a uno de los charcos de su casa. Un casa que heredó de su abuelo. Con humildad, me invita a entrar y me confiesa que se siente como si hubiese muerto. No deja de hablarme en todo momento mientras sujeto una handycam que le apunta constantemente a la cara. Ni si quiera se percata que estoy grabando todo lo que me cuenta. Solo necesita a alguien que le escuche para desahogarse, para soltar toda su rabia contenida, y no le importa que sea un desconocido como yo.

Fernando es un artesano. Me cuenta que por la mañana nada más levantarse, se ha acercado a una de las orillas de la costa de Cho Vito. Desde su casa me enseña dos espejos que ha colgado de un árbol. " Son para que todo el mundo y el mar sean testigos de la barbaridad que se ha cometido aquí", me dice casi llorando.

En su cabeza lleva un tocado que él mismo ha confeccionado con piel y aletas de pescado, y lapas incrustadas. " Esos espejos son para que se refleje toda la injusticia que se ha hecho en Cho vito" me vuelve a repetir. Su casa es pequeña, apenas 70 metros cuadrados. Es amante del medioambiente. Una pecera y fotos suyas de joven cuelgan de las paredes blancas de cal. son lo que le queda. No ha tocado nada. Todo está como siempre ha estado.


Volvemos a salir fuera de la casa para que me enseñe un tronco forrado con piel de pescado y pequeñas caracolas de mar que brotan de cada una de unas ramas totalmente blancas por el salitre marino. El tronco funciona a modo de veleta, lo gira fuertemente con sus brazos, y me dice que se inspiró en Picasso cuando la diseñó. Antes de irme me pregunta el nombre. Se lo digo, me da la mano, se despide y se adentra de nuevo en su casa mientras me da las gracias por visitarle.....




Video: Fernando, vecino de Cho Vito tras la demolición






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