

Más arriba, elevadas, estaban ellas perfiladas en sombras. Me miraban vigilantes, sigilosas, moviéndose lentamente en cada rotación terrestre y a cada paso que daba. Eran las chimeneas de las casas que también se revelaban y querían huir de los tejados, pero no más lejos del final de la calle. Simplemente, necesitaban dar un paseo porque nadie las había invitado. Por casualidad, pasaba por allí y me uní a la causa. Fue para mí un honor poder ayudarlas en su ímpetu por descubrir un nuevo mundo desconocido hasta entonces para ellas. Nunca supieron cómo agradecérmelo.
2 comentarios:
Tan solo viendo que lo han conseguido, es la manera de ser correspondido, si no sabe agradecer.
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Ha sido oportuno tu llegada en ese instante o fue una coincidencia que pasabas. Has sabido plasmar perfectamente lo que ellas deseaban...
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