viernes, 17 de octubre de 2008

DESDE NORMANDÍA A AUSWICHTZ (LA TOMA DE OMAHA BEACH)

RUMBO A OMAHA BEACH
En Caen alquilé un coche por dos días con gps. Todo esto me birló 150 euros de la cartera. Pero valío la pena. Explorar la costa de Normandía sin coche, es una ardua tarea porque la región cuenta con numerosas localidades muy pequeñas junto a a la costa a las que se llega por carreteras secundarias y donde no llega el tren.

Una de esas localidades es Bayeux a la que llegué antes del mediodía. A la entrada del pueblo saludo a una gran estatua que rinde honor al general Eisenhower. Casi todas las calles, pueblos de la zona poseen nombres de generales, o altos mandos del ejército americano en agradecimiento a sus salvadores.
Bayeux está situada en el noroeste de Francia, pertenece al departamento de Calvados, en la región de Baja Normandía. El pueblo está bañado por el río Aure que desemboca en el canal de La Mancha, el mismo que cruzaron los aliados el dia D. Explorando sus calles, me encuentro con la oficina de correos que está junto a un linde del río donde un molino de agua de madera gira al compás de la corriente del pequeño canal.


Vista parcial del pueblecito de Bayeux con su molino de agua

Recorriendo las afueras del pueblo me encuentro con el museo dedicado a la batalla de Normandía. Hasta ese momento, los carteles alusorios a la playa de Omaha que me había encontrado durante todo el camino y que me hacían estar impaciente, tuvieron que esperar. No tenía mucho dinero disponible para gastarlo en una entrada pero realicé una parada obligatoria en el lugar, cuando en la misma entrada, ví los dos primeros tanques de mi viaje.

A la izquierda un Sherman americano con la estrella blanca. A la derecha un Panzer color caqui camuflado con una cruz de hierro. Ambos ahora custodian la entrada en perfecta simbiosis histórica . Aproveché para hacer las fotos de rigor y entrar en el museo para preguntar cómo se llegaba a Omaha Beach. El conserje me dio una mapa perfectamente señalizado con todos los lugares de la costa normanda en la que desembarcaron los aliados y las batallas más importantes. Con eso y el gps lo demás sería coser y cantar.

Volví al coche y seguí mi camino hacia la playa. La costa de Normandía es toda una maravilla. Inmensos prados verdes y campos de trigo te saludan al pasar. Es un hervidero de aves y de naturaleza que te hace reflexionar sobre cómo fue posible hace 60 años que en esta zona, el terror, la destrucción y la muerte se desparramaran por sus tierras.
Mientras pienso esto, veo los primeros carteles que señalan la playa de Omaha a tan sólo 2 kilómetros. Ya oigo el sonido de las gaviotas y sé que estoy cerca.
En las dos fotografías superiores. Tanques americanos en la entrada al museo de la batalla de Normandía. Y tanque alemán Panzer

Pero antes me detengo en un museo al aire libre que me llama la atención. No parece nada oficial más bien clandestino. A un lado de la carretera, varios cañones obus oxidados, descansan junto a un rebaño de obejas que come hierba. Una de ellas se restriega con el tubo del arma y luego se acuesta. En el otro aldo de la carretera, en un pequeño hangar, un viejo francés escucha la radio a la sombra mientras mira cómo entro en su terreno. Sigiloso, se levanta de la silla y me observa. No le digo nada y me acerco a una batería antiaérea Nazi que descansa entre otros objetos de combate desparramados por el suelo. El viejo me invita a bajar. Sin hacerle mucho caso, comienzo a disparar por segundo fotografías de lo que me rodea. Un jeep de campaña americano, los restos de una lancha de desembarco, barrera defensivas antitanques rodeadas de alambradas de espinos y demás armas rodean lo que se podría considerar el museo de la chatarra de Normandía no exento de su encanto.Estos son sus tesoros, amasijo de hierros y basura militar que reposa allí exahustos por la batalla y el paso del tiempo. El viejo masca algo en la boca, le miro, me mira. Le pregunto cómo llegar a la playa. Me indica la dirección con el dedo índice sin dejar de mascar. Levanto la mirada y no logró ver el mar. Me tengo que subir a una de las barreas antitanques en forma de X para avistar el horizonte. Se huele el salitre y palpo ya en mi mano que estoy cerca de la playa que antaño fue un infierno. Por mi mente se proyectan las imágenes de la batalla que se han grabado en mi conciencia colectiva. Me subo directamente en el coche. Ha llegado la hora de tomar la playa.

En estas fotografías inferiores se pueden apreciar restos de la "chatarra militar" que yace desperdigada por el museo al aire libre.







Comienzo a bajar hacia la playa por una carretera delimitada por campos de trigo amarillo . En esta zona estarían apostadas las baterias y las fuerzas alemanas- pienso- hoy todo es paz, brisa marina y silencio. Un kilómetro más adelante se extiende ante mí la gran playa de Omaha. 6 km de extensa arena amarilla bordeada por colinas verdes y al otro lado: el extenso canal de La Mancha, el muro del Atlántico. Trato de imaginar miles de barcos anclados disparando hacia donde ahora me encuentro hace 64 años y las lanchas de desembarco dirigiéndose hacia la playa.

Fotografías tomadas durante el desembarco en 1944


Es un lugar precioso, es temprano, casi las 11.
Me bajó justo en la mitad donde hoy se erige un monumento de piedra en honor a los más de 50 mil soldados que cayeron en esta pl
aya. Una bandera americana.

hondea constantemente junto al monumento y la entrada a la arena. El día está completamente despejado, la marea está vacía y me pongo el bañador, cojo la toalla.
La orilla está a unos cien metros y camino descalzo y lento por la arena mirando todo a mi alrededor.

A mi izquierda, a lo lejos , veo los acantilados del Pont Do Hoc, zona de desembar co y escalada donde los Rangers americanos sufrieron grandes bajas. Giro sobre mi mismo y en las colinas intentando descubrir el cementerio americano pero sin suerte. Camino hacia la orilla siguiendo un pequeño cauce de agua. Trato de borrar de mi mente imaginaria que ese cauce era de sangre hace años.

Abajo, En la primera fotografía, soldados americanos tomando Point Du Hoc. En la segunda, fotografía que tomé casi desde la misma posición.












Antes de llegar dejo mi toalla y me lanzó directamente al agua. Templada y en calma tengo ante mi toda la playa. Ahora estoy en el mismo lugar donde las fuerzas americanas pusieron el primer pie en Francia. Las colinas frente a mi se erigen a unos 50 metros de altura con pequeñas casitas con tejados grisaceos en su base.


Unas colinas reforzadas con Búnkers, ametralladoras mg42(http://es.wikipedia.org/wiki/MG42) y cañones del 88.
(http://es.wikipedia.org/wiki/Cañón_88_mm)

Ahora comprendo cuando muchos dicen que se envío a los soldados a morir a aquella playa. La carnicería era evidente y no es de extrañar que los americanos necesitaran tres oleadas para tomar el pie de playa.

Vistas parciales de la playa de Omaha Beach el día que estuve.

1 comentario:

Anónimo dijo...

HOla realmente te felicito por tu relato de esas playas en la q cualquier amante de la historia le gustaria conocer es emocionante sentir que en ese lugar sucedieron tantas cosas, soy argentino tuve algunas posibilidades de conocer lugares donde sucedieron grands batallas en mi pais y me recorre una sensaciones cruzadas

me despidos


saludosss