martes, 9 de diciembre de 2008

3º (relatos tras el cambio climático) sueños



El suelo agrietado desprendía el polvo seco y suspendido de la tierra marchita por donde se deslizaban sus caricias. Los besos fueron uno. Sus labios húmedos me mordían sin compasión. Se detuvo con suavidad en mis pezones, aunque de vez encuando hacía un poco más de fuerza y sus dientes tiraban de ellos. Entonces yo gemía y me aferraba con las uñas a su espalda, resoplando, lamiendo el sudor que le corría por el cuello. No paraba de mirarme y yo a él. Me dejé penetrar sin oponerme. Yacimos allí justo el día en el que la tierra terminó por secarse definitivamente.


Había soñado con él durante la noche. Era extraño, no había programado aquel sueño. Se despertó como casi todos los días con la señal del programador indicando en su pantalla azul, que la ensoñación había terminado. No es que fuera uno de los G2H de última generación pero no entendía porqué se había colado en su mente. Precisamente había comprado aquel aparato para tratar de olvidarle y ahora, no podía alejarlo de su mente. Se lavó la cara. Las reservas de agua estaban al 15% según indicaba la pantalla del grifo. Necesitaba salir a la calle a comprar una nueva ración en cápsulas de H2O. La comida también escaceaba así que preparó un componente de dos grageas energéticas que aún guardaba en la despensa. Gus había dejado una nota en el frigorífico.

" Salí temprano a comprar, no te preocupes, volveré pronto. Un beso"

Tosía sin parar. Se acercó a la ventana. La misma vista de todos los días, el cielo parecía menos rojo que de costumbre. Resplandecía con un color anaranjado como el de los antiguos atardeceres. Quizás se tratase de algún nuevo experimento del gobierno, quizás no. Tosió varias veces. Conectó el reciclador de aire y se sentó en el sillón del salón. Encendió el televisor. Reponían una serie de principios de siglo. Así que se le quitaron la ganas de ver nostalgias pasadas. A los pocos minutos sintió unas nauseas que acabaron revueltas en la taza del retrete. Sudaba. Un escalofrío frío invadió todo su cuerpo. Se quitó la ropa. Se tambaleaba desnuda entre los azulejos fríos. El sudor le bañó completamente el cuerpo. No podía mantenerse en pie. Se tumbó en el suelo con la respiración entrecortada, vomitando líquido. Seguía tosiendo. Apenas podía respirar. Se arrastró hasta el indicador de aire. Estaba bajo mínimos. Entonces él apareció, le cogió la mano. Estaba igual que antes. Las secuelas de su enfermedad no se reflejaban en su cara. Apareció completamente desnudo y sonriente como cuando la había mirado la última vez. La incorporó. Ya no tosía. Podía respirar. Inspiró profundamente mientras él la besaba. Luego Perdió el conocimiento.

Cuando Gus regresó, ya era demasiado tarde. Tuvo que sacarla de allí ahogada en sus propios vómitos y excrementos.

3 comentarios:

Juan Cruz Parra dijo...

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Isabel de León dijo...

Por qué me suena esta historia????jajaja
Bss

Isabel de León dijo...

Leyendo de nuevo, aún estamos a tiempo de cambiar el pricipio x este q m gusta más...jajaja
Ya m cuentas la posibilidad...
bss