
Pido un capuccino caliente, de poco sirve en este agosto acalorado que revienta las baldosas de la plaza de la ciudad vieja. Pero me lo tomo recordando los compases de Bolero. Sus piernas siguen lejanas, y ahora me importan ahora, ahora, cuando sigo pensando en las tardes de librería donde me perdía al son de los títulos sugestivos que vendían libros ante el más ligero movimiento de la tierra y el corazón. Yo no me conformaba con eso, y en tu lista 14 títulos volaban en una tarde. Stop, Fin, se acababa la partida, y la nausea corrompida me hacía mas inerte, más extranjero, y más inverosímil ante la mirada de un incomprensible irlandés. Ya te buscaré , ya tendré tiempo de cobrármelas contigo me decía. Pero tras esa eternidad, nunca estuve más cerca de ti que aquella tarde en la cafetería, qué importa cómo te llamaras, más cinco minutos allí valieron el resto de los años que pude pasar junto a tus libros añorados que ahora domino íntegramente sin que la más mínima de mis palabras haya calado en tu olvidado pasquín de tardes frente al teclado. Allí en el corazón del satélite joviano, sin nadie a mi alrededor, sino la fumadora de labios narcóticos y tú. Ahora tres años más joven pienso, mientras mi síndrome de Peter Pan se revela contra sus elementos. ¿Qué hacer? ¿Qué elegir?
No sabes cuantas veces he mirado desde la oscuridad, esperando cada minuto con paciencia el trago de salivas imaginadas que corrían por mi frente sin que mi ego pudiese detenerlas.
El tiempo se hizo eterno hielo, las tardes y las noches perdidas, los pasos cansados , los besos podridos, las yemas olvidadas, los contrastes, asesinos que me mataban, la indolencia reina de mi sexo y la frialdad, mi amante. Pero no estás tan lejos. Sigues aquí. Justo al lado, en tus piernas, bajo el instinto de mis sensaciones. Y Yo: ya he elegido.
El tiempo se hizo eterno hielo, las tardes y las noches perdidas, los pasos cansados , los besos podridos, las yemas olvidadas, los contrastes, asesinos que me mataban, la indolencia reina de mi sexo y la frialdad, mi amante. Pero no estás tan lejos. Sigues aquí. Justo al lado, en tus piernas, bajo el instinto de mis sensaciones. Y Yo: ya he elegido.
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