martes, 13 de enero de 2009

CONFESIONES DE UN CRONOPIO (CON PERMISO DE CORTAZAR) RAYUELA Y EL CAPÍTULO 7

Si hay un autor literario hispanomaericano carismático con el que me podría identificar ese es Julio Cortazar. Cuando leí su cuento “El perseguidor” dónde narra la vida de Charlie Parker, quedé ensimismado por su narrativa. Sobre todo de su meticulosa construcción del mundo del jazz, música que me apasiona y que juega un papel importante en su obra literaria. Cortazar fue un heredero de grandes escritores argentinos como Borges. Su obra cumbre es “Rayuela” donde logra la perfección narrativa. Hay días en los que me levanto pensando en sus dos protagonistas Horacio Oliveira y LuciaLa Maga”. Cortazar vivió durante mucho tiempo En París. Existe una foto famosa titulada "Los amantes del Hotel de Ville de Paris"(pincha aquí para ver al foto), que siempre me recuerda a ellos dos. Hace tiempo estuve allí con un rumano de Transilvania que conocí en mis paseos por la capital parisina y del cual alguna vez contaré su historia. De Rayuela, hay días en los que me pierdo aleatoriamente en alguno de sus capítulos y no salgo hasta que me desborda las descripciones sensitivas de la música de Dizzy Gillespie. Hay días en los que me tomo la licencia de regalar uno de sus memorables capítulos, sé que a Julio no le importaría y hoy, es uno de esos días. Aquí reproduzco íntegro el capítulo 7 de Rayuela y un video con la propia voz afrancesada del autor alusivo al capítulo, que quiero compartir. Espero que lo disfruten.

RAYUELA, CAPÍTULO 7


Toco tu boca, con un dedo toco el borde de tu boca, voy dibujándola como si saliera de mi mano, como si por primera vez tu boca se entreabriera, y me basta cerrar los ojos para deshacerlo todo y recomenzar, hago nacer cada vez la boca que deseo, la boca que mi mano elige y te dibuja en la cara, una boca elegida entre todas, con soberana libertad elegida por mí para dibujarla con mi mano por tu cara, y que por un azar que no busco comprender coincide exactamente con tu boca que sonríe por debajo de la que mi mano te dibuja. Me miras, de cerca me miras, cada vez más de cerca y entonces jugamos al cíclope, nos miramos cada vez más de cerca y nuestros ojos se agrandan, se acercan entre sí, se superponen y los cíclopes se miran, respirando confundidos, las bocas se encuentran y luchan tibiamente, mordiéndose con los labios, apoyando apenas la lengua en los dientes, jugando en sus recintos donde un aire pesado va y viene con un perfume viejo y un silencio. Entonces mis manos buscan hundirse en tu pelo, acariciar lentamente la profundidad de tu pelo mientras nos besamos como si tuviéramos la boca llena de flores o de peces, de movimientos vivos, de fragancia oscura. Y si nos mordemos el dolor es dulce, y si nos ahogamos en un breve y terrible absorber simultáneo del aliento, esa instantánea muerte es bella. Y hay una sola saliva y un solo sabor a fruta madura, y yo te siento temblar contra mi como una luna en el agua.

1 comentario:

Anónimo dijo...

La sensibilidad, el saber llegar a los detalles, esa capacidad de observación que te acompaña y la forma en que tienes de seducir con tus palabras, eres especial, me encanta. Un abrazo y el aire del sur que te acompañe. Espero que la nueva imagen que acompaña al articulo último te diga algo. Matilde